Safari a la Estrategia
En esta ocasión es de nuestro interés
comentar acerca del libro de Henry Mintzberg, El safari a la estrategia, en el
cual el autor hace un recorrido por las principales escuelas del pensamiento en
materia de creación de estrategia organizacional. En este documento se comienza
con la propuesta de visualizar a la estrategia como un ser viviente, en específico,
un elefante. Utilizando una metáfora de seis invidentes que son llevados a
conocer a este animal, cada uno, dependiendo de la parte del cuerpo que toque
del elefante, lo describe de acuerdo a su percepción y conocimiento previo
adquirido y asegura tener la razón en cuanto a su percepción de la parte que
tocó de la bestia. Dichas aseveraciones son correctas en el sentido de que cada
invidente toco una parte del animal y la pudo describir en la manera en que la
percibió pero estas afirmaciones son incompletas porque solo se conoció una
parte relativamente pequeña de todo lo que es un elefante.
Así se describe a la estrategia, como
una bestia, un animal enorme al cual diez escuelas de la creación de estrategia
se han acercado y analizado solo un aspecto de la misma, ya sea en la forma de
diseño por medio de un director único; por medio del desarrollo de planes
estratégicos diseñados por gente externa a la organización que se declaran así
mismos la solución a los problemas de estrategia; en base a la propuesta de una
cartera de estrategias prediseñadas o bien basados en la visión de un líder, un
empresario fundador que es quien diseña la estrategia, maneja las riendas y
dicta el rumbo de la organización. Así mismo existen los “invidentes” que
perciben a la estrategia con muchas limitaciones en cuando a su concepción y
consideran complicado llevarla a cabo por la gran cantidad de factores que
afectan la realización de una estrategia; están también las corrientes que ven
a la estrategia como un proceso de aprendizaje, en el cual los managers se
basan en su conocimiento anterior y van aprendiendo con el tiempo la mejor
manera de hacer estrategia; luego vienen aquellos que afirman que solo es un
asunto de conflicto de poder, relaciones políticas y que cada quien busca, ante
todo, el mayor beneficio o el mínimo daño a sus intereses individuales o de
grupo. El diseño de estrategia viene dada por la cultura organizacional; esa
forma única de hacer las cosas de la manera en que funcionan mejor, basada en
las creencias de la gente que conforma un país, una región o una organización y
que es difícilmente imitable a cabalidad; afirman algunos. El medio ambiente,
esas condiciones externas a la organización son las que determinan hacia qué
rumbo se tienen que dirigir las naves en busca de un mejor desempeño
organizacional. Y por último, la escuela que promueve la articulación de todas
las partes de la bestia por separado, en la cual se pueden hacer
configuraciones de las diferentes partes descritas por las escuelas en sus
observaciones, proposiciones y formas diferentes de crear estrategias.
Ahora, ¿Quién es realmente el
estratega? Esa persona de la cual emergen las ideas, los conceptos, la visión y
sobre todo ¿En qué parte de la organización se encuentra? ¿Cuáles son sus
procesos de pensamiento? ¿En qué se basa para concebir la manera de hacer las
cosas en la organización y en qué sentido distribuye la idea del cambio de
rumbo?
Las escuelas de prescripción (diseño,
planeación, proposición, empresarial) ponen en la cima del organigrama al
estratega, en la forma de director general que reflexiona en su oficina y
diseña la mejor estrategia posible para su empresa, desconectado de los niveles
operativos y siendo él el único diseñador del mejor camino para su institución.
Para la escuela de planeación este mismo director es solo una figura que se
concreta a realizar las aprobaciones e implementaciones de los elaborados
planes realizados por personas externas a la compañía y que llegan a la misma
argumentando que tienen la fórmula que soluciona los problemas de avance y
consecución de objetivos. Así como los consultores que vienen con sus
propuestas prediseñadas de estrategias óptimas para el mejor desarrollo y
crecimiento de la organización. Éstos, los planificadores y también el director,
encerrado en su mundo de concepción y diseño, son individuos externos a la
compañía, que no están plenamente empapados de los procesos propios de la
organización, que no viven con el quehacer diario de los miembros del equipo y tampoco
tienen la percepción de los finos detalles del contacto con los clientes
externos, de las interrelaciones dentro de la compañía y de las contribuciones por
medio de desarrollos e innovaciones en procesos, productos o relaciones que
agregan valor y se realizan en cada área, departamento o división por parte de
las personas que los conforman para el logro de una estrategia óptima. Así es
como pasamos a las siguientes escuelas que contradicen las posturas de que las
estrategias provienen de un solo individuo o grupo de ellos y que se encuentran
totalmente centralizadas desde el nivel más alto de la organización.
En la escuela de aprendizaje
comenzamos con la orientación hacia un manager más proactivo, preocupado por el
entorno interno y externo a la organización y que aprende en base a nuevas
experiencias, a relacionarse con sus mandos intermedios y baja hasta el nivel
operativo para empaparse de nuevas actividades que pueden contribuir a la
concepción de la estrategia, pero sigue siendo él quien determina casi de forma
autónoma el camino a seguir. En cuanto al poder
la estrategia es propuesta y se tiene que negociar de manera política
con los diversos grupos que actúan en los entornos de la organización, así, la
estrategia no es determinada de manera central y no siempre de abajo hacia
arriba, también es en sentido contrario; de adentro hacia afuera y viceversa.
Esto funciona así porque es necesario tomar en cuenta las implicaciones que
tiene para cada grupo y negociar para defender la estrategia ideal para la
organización. Con esto no queremos decir que la estrategia pierde valor en su
concepción original al satisfacer ciertas necesidades de sectores de la
organización o de la sociedad, al contrario, puede servir como método de
retroalimentación y enriquecimiento para un mayor beneficio colectivo y mejores
niveles de desempeño.
A la estrategia también la determina
la formación cultural, arriba comentábamos que la cultura podía estar
determinada desde un entorno macro, es decir, desde los usos, costumbres y
creencias de un país, viene desde la educación y los valores implantados en la
formación académica y el núcleo familiar o bien, desde el conocimiento empírico
obtenido a lo largo del desarrollo individual de cada persona. Cuando
combinamos algunos o todos estos factores obtenemos un determinado nivel
cultural que puede promover el desarrollo de determinado tipo de estrategias, por
ejemplo, en China se establecen sistemas de producción intensivos en mano de
obra y se debe en parte a la cultura de los habitantes de ese país referida a
la creencia de que el trabajo te dignifica. En el entorno ambiental se sostiene
que la organización es el ente maleable, que en realidad el entorno externo es
quien determina el camino que debe de seguir la estrategia.
En efecto, a medida que hemos avanzado
a través de las diversas escuelas, el poder del estratega central ha ido
disminuyendo gradualmente. En la escuela de diseño y luego en la empresarial,
el jefe tenía la autoridad. Las de planificación y posicionamiento modificaron
esto, introduciendo planificadores y analistas como estrategas de apoyo,
mientras una rama de la escuela cognoscitiva prestaba atención a las
limitaciones del pensador estratégico en un mundo complejo. Primero la escuela
de aprendizaje y luego la de poder introdujeron estrategas adicionales, y éstos
se convirtieron en la colectividad de la escuela cultural. Pero en todos los casos,
la noción de los estrategas continuó con su reinado supremo, quien quiera que
fuese: un individuo o la colectividad, en cooperación o en conflicto.
Hasta aquí no tocamos en sí los
aspectos de la escuela de configuración, no porque no sea importante, al
contrario, es en esta escuela donde abarcamos a las concepciones anteriores y
funciona como un proceso integrador, articulador. Donde los diseños, las
prescripciones, las figuras individuales, el manejo político, la cultura de la
organización, el aprendizaje, el medio ambiente (entorno general, no limitado a
su definición en términos ecológicos) se combinan, yuxtaponen, entrelazan,
articulan y convergen en diferentes patrones que derivan en la concepción de
una estrategia que integra las opiniones, contribuciones e innovaciones en
todos los procesos que emergen en cualquier nivel de la organización y la
llevan a su transformación, no en un periodo de tiempo determinado
arbitrariamente sino en aquel donde aparece el cambio como oportunidad de
preservarse a lo largo del tiempo.
Los
investigadores de management estratégico que han llegado a estas distintas
conclusiones se han centrado en diferentes tipos de organizaciones y de
episodios en sus desarrollos; también han estudiado fenómenos distintos. Por
ejemplo, mientras que Quinn interrogó a ejecutivos individuales sobre sus
procesos de pensamiento (es decir sus intenciones y percepciones), Miller
rastreó las conductas registradas de las organizaciones (es decir sus medidas y
resultados). Por lo tanto, en realidad los dos pueden haber estado describiendo
etapas consecutivas del mismo proceso: es posible que los estrategas aprendan
de manera incremental y luego impulsen el cambio de un modo revolucionario. En
otras palabras, quizás las organizaciones aguarden el momento oportuno hasta
determinar a dónde deben dirigirse, y luego, cuando se abre una ventana
estratégica, den el salto. Esto indica la importancia de apreciar cada escuela
de pensamiento sobre el proceso estratégico, así como también de combinarlas en
alguna clase de sistema de conjunto. Por ejemplo, la escuela cognoscitiva
procura decirnos cómo piensan los estrategas, la empresarial, cómo saltan, y la
cultural, cómo aterrizan. La escuela de configuración sugiere la secuencia.
Hemos estado hablando de la
estrategia, de su interpretación, creación y contribución a la misma desde las
perspectivas de cada escuela del pensamiento que se ha dedicado a estudiarla
pero no llegamos a dar una definición. Esta conceptualización no la hemos hecho
hasta este momento porque creíamos razonable analizar en términos generales
dentro de cada escuela y así tomar como válida y sustentada la que el autor
propone. La estrategia puede ser un plan, patrón, posición, perspectiva y
estratagema. Como plan, una estrategia es aquella que comprende una serie de
pasos para alcanzar una meta predeterminada. Es un camino para ir de un punto
dado a uno deseado. Como patrón, la estrategia significa una coherencia de la
conducta en un tiempo dado, es decir una serie de pasos que se repiten a veces
intencionalmente pero otras veces no. Como posición, la estrategia es la
ubicación que la empresa o un producto ocupa en un ambiente dado, es decir un
lugar dentro de un contexto. Como perspectiva, la estrategia es un razonamiento,
una forma de ver el mundo que radica en la mente del estratega. Finalmente como
estratagema, la estrategia es una maniobra o mecanismo para superar el enemigo,
es decir, a la competencia. Además de lo anterior, Mintzberg señala que pueden
existir estrategias deliberadas o premeditadas (en las cuales todos los
elementos estaban meticulosamente definidos y previstos desde el inicio) versus
emergentes (lo contrario de lo anterior). Si lo analizamos detenidamente,
caeremos en la cuenta que la mayoría de las estrategias del mundo real se
ubican en algún punto de un continuo definido por estos dos extremos.
Difícilmente hallaremos una estrategia puramente deliberada (en la cual se
cumplieron todos los aspectos previstos) ni tampoco una completamente emergente
(nada definido previamente).
Así llegamos a la afirmación de que la
formulación de estrategia está determinada por la confluencia de factores de
diversa índole, en la que el estratega (en y de cualquier nivel) debe de contar
con experiencia, conocimientos y habilidades de sentido común; todo para estar
preparado y diseñar una estrategia premeditada, que es punto de inicio en
la gestión de la organización, detectar
las corrientes de cambio y diseñar las estrategias emergentes para navegar con
viento a favor en él. Al observar el entorno común, la vida real, observamos
que esto no es para nada fácil se requiere de mucha pericia, habilidades, mente
abierta y la integración con muchos más estrategas para tener una fina
percepción de los vientos de cambio.
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